Entradas populares

miércoles, 25 de junio de 2014

EL OLIVO



EL OLIVO


   Verde oliva con el sol,

cielo azul como estandarte,

fruto madurando en hoja,

 haga viento, nieve floja,

granizo con fuertes fríos,

templanza, donaire, fuerza

mostrando tu poderío.



   Con el tronco enrevesado,

áspero de pura esencia,

y los terrones de alfombra,

Tierra seca; tierra honda

Que  mi recuerdo no aleja.



    En Huelma naci un día,

 pongo mis cinco sentidos,

te llevaré siempre cerca,

y de ti nunca me olvido,

ese mi querido olivo,

cuna de la vida entera.

Rosa María Gómez Vico.



 






domingo, 22 de junio de 2014

POEMAS DEDICADOS A LAS MUJERES VALIENTES QUE LUCHAN CONTRA EL CÁNCER DE MAMA





Gracias a Mabel Coronel Cuenca alma viva y creadora de una bonita aventura para ayudar a todas las mujeres que han padecido y padecen cáncer de mama.
Un precioso libro  “Mujeres y sus plumas” donde poemas de todo el mundo y nacidos de mujeres como yo, que volcando y aporreando un teclado hacen surgir sentimientos profundos, con la esperanza como estandarte.
Con un mismo objetivo: concienciar, difundir y luchar con todas nuestras fuerzas, (en este caso la pluma con mis queridas amigas escritoras de todo el mundo) contra esta difícil lacra de nuestros días.  
Gracias por hacerme participe de este precioso libro con mi aportación de tres sencillos poemas
 Gracias también por este bonito diploma.
Os acompaño el enlace para que le echeis un vistazo.

 http://www.calameo.com/read/003476375795a279557d9









jueves, 19 de junio de 2014

PARA MI QUE ES POESIA

 PARA MI QUE ES POESÍA




Para mi poesía es grito que el cautivo calla; pasión que el amante enerva; amor en el desolado y dolor del que sufre y pena. Alegría del feliz, canto del que todo espera, despedida que al morir con una palabra deja... en resumen poesía es en el todo vivir en esta vida postrera. 


Rosa María Gómez Vico.

martes, 17 de junio de 2014

EL PARAISO NO TIENE KARAOKE LOS JUEVES (MIRADAS DE ROSA)



Jueves 15 de septiembre.
Mi amiga Luna llegó cerca de las 9 de la noche envuelta en un mar de lágrimas.
Pasando por un mal momento en su matrimonio, se acordó de su incondicional amiga, aquella de toda la vida, la que en la infancia había compartido más que un columpio, risas, penas y aventuras amén de situaciones bien dramáticas como las perdidas de nuestros familiares más allegados y nuestro consuelo mutuo.
Mezclando euforia y frustración, tristeza maquillada con exaltación excesiva y oculta por muchos años que no sabía de ella, me dijo:
-¡Sácame por favor! ¡Llévame algún sitio! ¡Necesito aire!
Sus ojos me rogaban, imploraban, necesitaban una mano amiga, un hombro donde llorar,  porque por ella misma decía no era capaz de salir del pozo profundo donde se hallaba.
Yo no tenía ni idea que había ocurrido en su vida, unos años que había desaparecido y un hermetismo total había puesto barrera entre ambas.


Luna hablaba alto, entre risotadas recordaba buenos momentos de nuestra infancia.

 En cambio mi marido (sin yo saberlo), furioso y en la parte opuesta de la casa se contenía de salir decirnos cuatro palabras ya que temía que los vecinos picaran a la puerta quejándose por el escándalo que hacíamos ya que “no eran horas”
Aquello no ocurrió.
Al contrario, Luna llegó a un punto en que después de la euforia inicial se precipito en un llanto amargo y quedo, donde fue desahogando sus problemas matrimoniales.
 Yo la abracé siendo  consuelo.
-¡Píntame!-me dijo.
-¿Que te pinte?
En mi vida había maquillado a alguien que no fuera yo, así que le di mi propio look.


 


Cuatro brochazos por aquí y…
Al reflejarse en el espejo afloró una hermosa sonrisa.
-¡Que guapa me has puesto!
Salimos a vivir la noche. Una noche de jueves laboral donde la calle totalmente vacía ofrecía un aspecto sepulcral; ni siquiera un simple gato cruzaba la acera.
Solo se veían  dos maduritas pintadas como una puerta dispuestas a karaokear si encontrábamos algún chiringuito abierto.
Atrás quedó mi marido con cara de póker y mi hija preocupada porque aquello su madre no acostumbraba a hacer.
Pero sentía que Luna me necesitaba y un mundo de recuerdos vinieron a mí, era lo mínimo que por ella podía hacer. Animarla para que por algunos momentos desconectara su dura realidad.
Quiso el azar que cerca de allí, un lugar con luces fluorescentes nos brindaran la posibilidad de disfrutar la noche.
Su nombre era Paraíso. Era un karaoke.
Ya de entrada no sabíamos como se abría la puerta.
Un tipo nos vio y dijo que había que picar al timbre.
Se notaba lo poco acostumbradas que estábamos a los jolgorios nocturnos, me vino a la memoria Paco Martínez Soria recién salido del pueblo con sus gallinas bajo el brazo y el cesto de chorizos en el otro.
Así me sentía yo, recién venida del pueblo y metida en la gran vorágine de la ciudad.
El local era pequeño y entramos a saco.
Me explico.
 Futbolín con dos pelotitas blancas que se habían olvidado; con el bolso colgado en bandolera, yo del Betis y mi amiga del Barça nos dispusimos a jugar.
Dos pepinazos y Luna hizo gol, ¿Ahora qué?
Metemos una moneda y otra paliza que me arrea.
-Ja, ja, ja, ja- la condenada tenia traza.

-¡Maldita! ¡Que paliza me das!

En la barra un tipo más serio que un ajo se acercó.
-¿Que os pongo?
Aquel tipo no había reído en toda su vida y pensé ¡¡Que poco don de gente para animar el cotarro!! ¡¡Por Dios!!
Yo me pedí ron con naranja y mi amiga menta con no se qué. La música y los altavoces cerca de nosotras impedían que escuchara nada (a parte de que estoy medio sorda).
Luna hablaba desahogándose conmigo y yo asentía todo el rato, aunque la mitad de lo que decía no  entendía ni papa porque el ritmo de bachata excesivamente alto  tan solo daba pie a mover las caderas y bien poco empatizar con lo que ella sentía al volcar sus palabras, tan solo asentía o negaba llevada por la expresión de su rostro.
Besos, abrazos de su amiga imaginé suficiente aunque sus palabras no llegaran nítidas a mis oídos.
No me atreví a interrumpirla, ahora que desatada y sin medida, dejaba fluir tantas cosas acumuladas que durante años y dormidas no había podido compartir con nadie y que ahora desahogaba sin fin.
Notaba su alivio al hablar y cuando vi aflorar lágrimas a sus ojos. La invité a tirar unos dardos en una diana vieja y muy agujereada.
Entre tiro, fallo y acierto íbamos dando traguitos de nuestros cubatas dando cortos paseos a la barra y en uno de esos paseos una mano me tocó la cacha.



 Era una mujer alta y bastante feota, que me miraba fijamente.
-¡Hola mi amor! ¡Que rica que estas! ¿Vienes mucho por aquí? Toma bebe de mi cubata.
Luna puso los ojos como platos y estirándome del brazo me alertó pero yo lejos de ello le di conversación.
Me contó que se había escapado de casa en chanclas aprovechando que su marido dormía y sacó su cartera para mostrarme una raída foto donde se veían dos niños que decía eran sus hijos.
Borracha y cariñosa me rozaba de vez en cuando el brazo, el hombro o el pecho.
Mi amiga me seguía insistiendo que no le hiciera caso.
Por respuesta le dije:
-Luna, es un alma errante como tu o como yo, que sale a la noche a coger algo mas que aire, sale ha evadirse de su triste realidad y quien sabe si también hablar, ser escuchada, aunque sea asintiendo con la cabeza como hago yo contigo, (eso último lo pensé claro esta ya que ella creía que escuchaba perfectamente hasta el más mínimo detalle de lo que me contaba). Hablar le hace bien.
Clara (la mujer de chanclas escapada del marido con pelo caracoleado y rasgos lesbios) me presentó a un señor que había a su lado.
-Os presento a Ricardo.
Luna dijo que era la misma cara del abogado de su madre y por añadidura el camarero, el tipo con cara de perro que nos puso el cubata, también lo tenía visto de algún sitio.
¡¡Al final iba a resultar que en el Paraíso iba a conocer a la mitad de la gente, ja ja ja!!
El tipo en cuestión (el abogado) tenia un aspecto muy curioso…ambos carrillos se juntaban en unos morritos con pose de beso eterno, calvete, bajito y una vestimenta poco cuidada nos dijo que Clara era su amiga del alma, desde hacía 10 años.
Todo era tan extraño…si un cuadro se tratara seria surrealista, cubista ¡vete tú a saber!
La guinda de aquel pastel variopinto lo pondría Rosi de Palma que abrió la puerta en aquel justo momento.
Una mujer altísima y muy esbelta con una prominente nariz que llevaba un pendiente en forma de limón partido.
-¿Donde está el karaoke?-dijo
-Solo hay karaoke viernes y sábado-contestó el camarero cara perro pasando un trapo de dudoso color sobre la barra.
-Lo que le falta a este sitio es una pista de baile y buena música-dije yo- comprobando la deplorable canción que se escuchaba.
Sintiéndose herido en su amor propio el camarero desapareció, por una puerta.
Se metió en una habitación y cambió la música…a peor…una pastelosa pun, cha, pun, cha que no se sabía de donde cojones había sacado aquello.
¿Y ahora qué?- contestó el camarero defendiendo su buen gusto musical
No contesté pero pensé… pues más de lo mismo hijo mío…
De repente una muchachita de rasgos ecuatorianos llegó y eufórica y gritó:
-¡Oh, grasias  has puesto de nuevo la cansión!


-Vamos Luna-le dije- coge el vaso y entramos un poco más adentro. Haber que hay en el interior.
Mi amiga ya se lo había “pispado” el cubata.
Dos televisiones pequeñas en el rincón del fondo, ofrecían un videoclip que no correspondía con la música ambiental.
 Nadie bailaba, tampoco había demasiado sitio para bailar.
 Poca fauna alrededor y si muchos cojines viejos y rotos en los laterales; asientos vacíos de un local sin ambiente a no ser de alguna chica con vestido ajustado y tacones de vértigo que daba traspiés al no controlar aquellos zancos incómodos y dos chicos adolescentes era todo lo que se podía ver en  aquel rincón del karaoke sin karaoke.

Después de 20 años pasando por la puerta con deseos de saber como seria el día que cruzara el umbral del “Paraíso” me había dejado “desencantada” aquel cuchitril.

-¡Vamos a bailar!
Era Clara, que se abalanzó sobre mí con su descomunal cuerpo de 120 kilos.
 Alta, me pasaba 3 palmos.
Muy borracha, perdió el equilibrio y cayó al tropezar con un escalón que separaba la zona del bar y de las mesas.
 El impacto contra el suelo fue brutal y su bolso salió volando dos metros más allá.
Primero recogí del suelo a la ebria lesbianilla escapada y después busque su  bolso.
Mientras tanto Luna salía del baño…de caballeros.
-El de señoras estaba ocupado y no me aguantaba.


 



Notaba como mi amiga arrastraba las palabras, estaba borrachilla.
Esto parece surrealista, pídete otro cubata Rosa, dijo Luna.
-No no quiero mas, yo no estoy acostumbrada a beber tanto.
Hice un repaso y habíamos empinado el codo bastante… mientras yo preparaba la cena en casa y antes de salir bajo la mirada inquisidora de mi marido, mi amiga había desaparecido dispuesta a traer bebida.
Trajo una litrona, una botella de lambrusco que le vendieron por cava y ambas botellas habían caído. Una durante la cena (la cerveza) y la otra en el balconcito colindante al dormitorio de los vecinos. Es comprensible que mi marido estuviera a punto de que le diera un jama cuco como es él en temas de hacer ruidos…
Después el cubata del Paraíso. Pero sabía que ella había bebido antes de ir a mi casa porque su aliento lo gritaba a los cuatro vientos.
Yo no quería beber más. No estando acostumbrada a beber ni perder el control, me resistía a abandonarme; tenía que mantener la compostura.

Ella en cambio pidió otro más que no se ni de que era, el caso que los ojos se le cerraban y la voz se distorsionaba, notaba que mi amiga se había abandonado…
-Vámonos ya –le dije- es tarde.
-No, no, no ¿dónde vais a ir?-Era Clara que no pretendía perder sus presas, amistades furtivas, consoladores no sexuales y obstinada impedía que llegaramos a la puerta.
Fuera, la descomunal mujer en un toma y daca, cogió del brazo a Luna para impedir nuestra marcha y de repente apareció el presunto abogado de rollizos carrillos que venia acompañado de un enano.
El enano tenía mucho genio y se presentó como Rafa.
Aparentaba unos 30 años y venía dispuesto a camelarse a mi amiga diciendo que estaba muy requetebuena. La animaba a ir a tomar algo asegurando que aún no era tarde.
Allí estaba yo algo ebria y sintiéndome responsable.
Tenía que ser la fuerte en todo aquel asunto y como si de una hermana mayor se tratara tenía que velar por la seguridad de Luna.
Mientras dos personas por un extremo estiraban de mi amiga y un abogado parlanchín intentaba convencerla para seguir el cachondeito yo… me puse a rescatarla.
-¡¡Rosaaaaaaaaaaa!!
Rosa la salvadora.
Seria como un ajo, me coloqué  mi capa radioactiva repelente de moscones y dispuesta al rescate me  acerqué utilizando palabras firmes.
 La aguafiestas había llegado y consiguió su objetivo.
Frustrados con un ¡¡bah!! Se alejaron y nosotras en dirección contraria, también iniciamos la marcha.

Caminábamos despacio mirándonos y riéndonos, no estaba mal la aventura para ser un jueves laboral tan parecido a los demás de un año cualquiera.
 El viento nos daba en la cara, mi amiga sonreía.

Paró en seco sus pasos y me abrazó.

-Gracias, nunca podré olvidar lo que has hecho por mí.
-¿Que he hecho?
-Me has hecho reír, divertirme, respirar aire nuevo, eso se que me va a dar fuerzas para seguir…
La acompañe hasta un taxi y a través del cristal me despedí de ella.
Luna sonreía mientras se alejaba.
Me sentí bien.
 Sin saberlo yo también había disfrutado aquel tiempo extraño, tan poco acostumbrada a la vida nocturna me había hecho reflexionar sobre algo muy profundo.
La soledad.
Nos sentimos solos muchas veces, sin imaginar cuantos más se sienten así, como nosotros mismos.

De vuelta a casa el sol ya me acompañaba, y tímidamente empezaba a ofrecer sus primeros rayos de aquel nuevo amanecer.

Rosa María Gómez Vico

















¿Qué te parece esto?