CARTA AL ABUELO DE MI HIJA
Hoy acompañe a tu nieta por primera vez a la universidad.
Un tumulto de sentimientos me embargaron puesto que aquellas
calles que estábamos recorriendo hasta la facultad eran las que tú habías andado
infinidad veces con tu escoba de herramienta.
Antonio Gómez Valdivia tu duro trabajo de barrendero te dejó
callos en las manos, tendón roto mal curado en dedo meñique y secuelas de muchos
años de toxico barrer, donde polvo y contaminación
día a día y paso a paso iban impregnando tus pulmones… allí se alojaron y un día
te marchaste con botella de oxigeno como compañera intima.
Gracias a esa escoba sacaste la familia adelante y hoy… tu
nieta recorrerá las mismas calles, Castillejos, Industria y durante 4 años tu
alma de hombre bueno la acompañará.
Si la vieras… estarías orgulloso de ella; con la bata blanca
y los zuecos, una sonrisa preciosa, lista y simpática.
¡¡Ya verás que será la mejor enfermera que pudiste soñar!!
Ya sabes que yo voy a poner todo de mi parte para ayudarla a
que sus sueños se hagan realidad y ojalá algún día mí manera de escribir de
estos sentimientos a flor de piel de escritora abriera puertas… pero hoy por
hoy soy consciente que solo tengo ingenio, modesto trabajo y mil triquiñuelas ahorrativas.
Las lagrimas caen al ritmo que la lluvia suave impregna la
ciudad y al fondo el Hospital de San Pablo es testigo mudo una vez más de esas
coincidencias extrañas que en la vida vuelven de nuevo a sorprendernos.
Querido padre hoy tu nieta ha dado un paso tan importante en
su vida…
Ojalá hubieras estado
allí…
Rosa María Gómez Vico
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