Es misterioso como la aparición de una visita inesperada se
corresponde con la ausencia total de bebidas refrescantes en la nevera para
ofrecer a los invitados.
Suena el teléfono y de golpe anuncia que en breve estarán en
casa.
Te vistes deprisa y sin peinar sales a la calle en busca de cervezas, colas,
naranjadas etc. Ya de paso comprarás patatas fritas, cortezas y otros productos
salados que también desaparecieron del cajón inexplicablemente.
Comienza una carrera contrarreloj. Localizar un sitio
abierto y cercano a tu casa.
¿Te dará tiempo a llegar y meter las bebidas en la nevera antes de que
aparezcan ellos?
Esta carrera contrarreloj solo tiene una finalidad:
No mostrar al invitado lo despistada que eres en cuanto lo
de aprovisionar el cajón de la cocina dejando latente una vez más que esto te
ha ocurrido exactamente igual que otras veces.
Con carrera maratoniana llegas a la tienda, pides bebida bien fresca, a la velocidad de la luz coges
bolsas de snack salados y a la velocidad del sonido te “piras” poniendo tus
zancas a prueba corriendo por la ciudad mientras te miran al pasar y comentan:
-¡Donde va esa loca!
A lo lejos divisas tu casa y un respiro aliviado sale de ti. No hay nadie
en la portería.
No han llegado.
Llegaste tú antes.
Metes a todo correr en el congelador las bebidas secando el
sudor de tu frente al mismo tiempo que un ding-dong es la señal inequívoca que la pugilista
ganadora en este ring improvisado de nuevo has sido tú.
Seguiremos informando.
Rosa Maria Gómez
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